¿Por qué estoy enlazando más palabras? ¿Por qué no callar y dejar que las imágenes se expresen? Porque mi amigo P me pidió que hablara del proceso creativo o la escritura en general. ¿Y qué decir? Digamos que en mi caso hay siempre un algo ambivalente y peligroso en el acto de crear. Todo empieza con la intención o la ilusión de fijar la realidad, darle un orden o un sentido, establecer una narrativa que, evidentemente, la vida no tiene. Lo que podría ser un objetivo inocente deviene obsesión, y se corre el riesgo de ser absorbido por el monstruo, la criatura o incluso el dispositivo que debiera ayudarnos a mirar. Lo que nació como respuesta a la ceguera se acaba imponiendo, nos ciega por su parte al devenir cotidiano y superfluo de las cosas; nos resta funcionalidad, si se quiere… Es triste, pero inevitable, diría. “No se puede vivir entre dos mundos, hay que elegir” – confesaba yo en un poema, allá por 2016. Y sin embargo, sigo eligiendo volver, a pesar de los pesares, como la primavera de Neruda. Contra todo pronóstico, años después, he resucitado. ¡Aleluya!
En ese sentido, no se confundan las referencias bíblicas con un espíritu mesiánico, fagocitado por el yo de su intelecto, incapaz de responder a las demandas ajenas (aunque algo de eso hay, jajaja). Es que en el fondo, si lo pensamos, debemos aspirar a convertirnos en dioses de nuestra propia historia. No hay mayor misión. Dioses, eso sí, que iluminen la existencia del otro, a ser posible, en la medida de nuestras fuerzas, con nuestras armas. Con la creación por bandera, por ejemplo. Con la insistencia de la aurora penetrando la tiniebla.
Pero volvamos a la cuestión: ya digo que existen peligros inherentes a la rebelión creativa (pienso en la Confesión de Tolstoy o el mito de Pigmalión). Por otro lado, ya advirtió Wittgenstein que de lo que no se puede hablar, hay que callar la boca. O que debemos subir la escalera para luego tirarla. En resumen, lo indecible existió, existe y existirá. La mística del misterio. Nuestra impotencia. ¿Por qué sigo aun así enlazando las palabras? Porque el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros. En mi caso, el arte me nace, hay algo dentro de mí que lo invoca. Gracias a Dios, añadiré. La literatura es la prueba de que la vida no basta, señaló Pessoa. En efecto, siempre aspiré a la poesía, aunque fuera un balbuceo, como forma de expresar lo inexpresable, como intento de fundar de nuevo el mundo. In my own way. A lo Sinatra sin su encanto o su sonrisa, me desvié del camino y volví sobre mis pasos. En un eterno retorno iluminado, el arte va donando un asidero, una esperanza, un grito que atraviese la indiferencia insoportable. En ausencia de plan divino, creo que es nuestra insistencia por decir lo que nos salva. Aunque se miren en silencio, los ojos hablan y cantan y bailan. Bordeando el ridículo, para batallar el absurdo, de cabeza al precipicio, riendo vamos.
Por explicar mi proceder, digamos que, cámara en mano, presencio una imagen que sigue a otra imagen y el conjunto narra y anuda, de forma intuitiva, a posteriori, la trama del mundo. Es decir, a veces uno no sabe lo que tiene enfrente hasta que lo plasma. Ya se dijo que no es tanto el objeto representado como la representación, la lectura que se hace de lo evidente o inadvertido, llenándolo de significado. Luego hará falta alguien al otro lado que lo interprete, por supuesto, pero es un comienzo. La idea no es cerrarse en soliloquio sino proyectarse como meteoro en mil pedazos, con la perspectiva secreta de que alguno de ellos conmueva un rinconcito del alma dormida. Esto va de renacer a cada oportunidad y arrastrar al resto consigo, pues solo a través de esta simbiosis hay milagro. Llamadme loco, arrogante o narcisista, pero creo en el valor de lo que hago. En realidad, una chispa es suficiente para el incendio. Un verso arrebatado que no caiga en suelo muerto. Hay que ser brote y germinar en la inmundicia, si fuera necesario. No es poca cosa; nos va la vida en ello.
De hecho, esta semana la daban nublada y con lluvias, pero el sol no se pliega a los pronósticos del hombre. De hecho, esta noche ha sido muy oscura, pero el alba llegó puntual. ¡Me sigue sorprendiendo! De eso se trata: al final, más tarde o más temprano, de manera más o menos imperfecta, la luz se impone. Os lo juro. Lo he visto. La luz se impone.
Quería decir más cosas, pero habrá que contentarse con esto.
