Categoría: Reflexiones/Otros

30 Nov

Un pensamiento

Voy a decir algo. Por el mero gozo de decir. Un pensamiento en voz alta. Intentaré ser claro y respetuoso. No hay verdad absoluta. Solo es mi experiencia.

Siempre he tenido tendencias depresivas, una propensión a la melancolía, una nostalgia de no sé qué. Me gusta estar triste, lo admito, me parece que enriquece y resulta casi evidente que el poder creador de la tristeza es superior a la alegría. Por lo menos en el arte. Nada de esto ha cambiado. Yo no he cambiado. No de manera profunda o estructural. En cierto modo, considero que estamos diseñados de antemano, perfilados, si se quiere, y luego ya nos vamos moldeando o disfrazando como buenamente podemos (porque no siempre querer es poder). Sin embargo, lo que sí ha cambiado es el enfoque, forzado quizá por la falta de tiempo y espacio: ya no me miro tan adentro ni tan a menudo. ¿Me gustaría? Sí. ¿Lo echo de menos? También. ¿Es necesario? Hace años habría dicho: es esencial. Pero no lo es. La vida es mucho más sencilla de lo que nos pensamos. Y digo bien, “pensamos”. Por pensar estamos donde estamos: atrapados. Hemos mitificado en exceso el supuesto raciocinio, la psicología, la complejidad. Yo me pregunto: ¿cuánto de pose hay en tus abismos? Quizá tu camino interior debería empezar por ahí. ¿Estás verdaderamente desesperado o quieres estarlo? Suena muy fuerte, ya lo sé, trato de rasgar un poco el velo del malditismo. Reformular las reglas del juego.

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21 Sep

Días de niebla

Nueva galería: Días de niebla.

Desde que tuve hijos, la cámara (como ente físico), la fotografía (como ente abstracto), y aun el arte en general, pasaron a un segundo plano ante mi incapacidad para lidiar con todo. En la vida hay que elegir, me temo, y llevaba casi 4 años sintiéndome mutilado espiritualmente ante un silencio forzado pero necesario. Recientemente, sin embargo, contra todo pronóstico, por un capricho del azar me animé a avivar la llama, aprovechando un día nublado y ese móvil en el bolsillo que a todos nos acompaña y que normalmente utilizamos de manera indiscriminada, sin dar sentido a lo que vemos o creemos capturar, casi con desidia. Debo decir que estoy muy feliz de haber «vuelto», aunque aún estoy muy lejos de quedarme. Lo cierto es que me debía a mí mismo este perdón, este humilde manifiesto redentor para los años transcurridos. Necesitaba en lo más hondo decir algo, tontear con lo esencial y lo que he sido. Rebelarme contra la angustia y celebrar: el tiempo pasa… la vida sigue. Estad despiertos. Todo es vigilia. No nos olviden.

/ New gallery: fog days. Shot with my mobile phone.

05 Abr

CONFESIÓN

¿Por qué no tengo una cuenta de Instagram? ¿Por qué no hago lo que hago a través de Instagram? Sería mucho más efectivo y “aceptable”, más exitoso, seguro… Todo es ponerse, saber venderse, entrar al trapo. ¿Por qué, pues? ¡Por qué no hacerlo! Porque me interesa el hilo emocional que podamos esculpir con una serie de imágenes aparentemente desconectadas. Palabra clave: serie.

Mi vida, la vida, es muy dispersa, demasiado escurridiza e incontrolable, no percibida en sus matices (o recovecos) sino a través de un esfuerzo mental (o creador) que casi nunca estamos en condiciones de ejercer, por falta de tiempo, concentración, costumbre o contexto propicio, nos decimos. La experiencia, el momento presente, lo que está desfilando ante los ojos ciegos y el alma dormida, fluye y se te escapa, apenas si te roza en su constante gotear sin penetrar el armazón de la emoción o el intelecto. En consecuencia, la confusión y el estupor aumentan, cada día más partícipes del juego que es vorágine de inanidad y carencia de sentido o de relieve. Cada día más ajenos. Cuanto más acotado y fragmentario, más muerto el ser, el tiempo. ¿Definir el qué? ¿Definirlo cómo?

Alzo la vista y me tropiezo con el triste y patético empeño del que erige un artefacto que descifre el canto antiguo y planetario. Para ello, no basta con rasgar algunas notas mutiladas que añadir a la masacre, aquí y allá, morritos y tus dedos en la playa; hay que componer y dirigir la melodía, torpemente, como se pueda, muy poco a poco, hasta entender. Hay que marcharse. A mí me ayuda ese diálogo a fijar las impresiones que me asaltan, me sirve de soporte para el lienzo que es conjunto. En ese sentido, Instagram sería una concesión más a la filosofía del despiece y el darlo todo mascadito. Sería interiorizar, más aún, la fragmentación y el desarraigo, la literalidad más vacua: instantaneidad en conserva.

Por mi parte, apuesto por cambiar de paradigma; defiendo el hilo emocional del que partimos; me enredo con la música vital de las esferas.

04 Sep

FRAGMENTOS

Enlazo varios fragmentos que escribí a lo largo de los años, con la esperanza de que arrojen algo de luz adicional a lo ya dicho y mostrado. Creo que incluyen reflexiones de interés para la radiografía del autor.

De la naturaleza del arte

Toda expresión verdaderamente artística es un acto de comunicación, un esfuerzo por comunicar. La obra no nace terminada, sino que se ofrece al mundo para su culminación. Es en este proceso donde emerge la distinción entre lo que es arte y lo que no, pues mientras que este se limita a redundancias y a la mera exposición, banalizando la emoción, aquel se expande en resonancias que persiguen al sujeto receptor a lo largo de las múltiples facetas de su yo. El arte no se contenta con la distracción, sino que complementa y hace partícipe de la unidad de lo existente al que contempla, promoviendo la conexión espiritual, si se quiere, entre obra y sensibilidad.

De ahí la naturaleza viva del arte, pues requiere de este esfuerzo comentado a la hora de llegar al fondo del abismo, que empezó siendo la inquietud insobornable del artista para convertirse en la conciencia misma del sujeto, tanto más rica cuanto más variada sea su dieta y mayor su predisposición a dilucidar la esencia de las cosas que desfilan ante él.

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10 Jul

MANIFIESTO

Resulta intrigante de verdad, el poder fijador de las imágenes. Uno nunca llega a acostumbrarse.

Están los espejos, también los reflejos imprevistos, pero la imagen congelada, el retrato a traición o incluso el fingido, desarma. O rearma, según se mire. Da ilusión de consistencia, de solidez, de permanencia; de batalla ganada contra el tiempo, que todo lo arrasa, sobre todo los intentos de coherencia que, torpemente, nos proponemos implementar en este caos sin estructura que llamamos nuestra vida… Mira la angustia, el empeño, la desesperación por mantenerse ahí, en el instante preciso, por encima de todas las cosas y vivo, muy vivo, en cada pliegue y recoveco que esconden, asombrosamente, las cosas, si las escarbas.

Veo a la gente correr con lengua fuera hacia aquel marco que establece lo que existe y lo que no tiene constancia suficiente para ser. ¡Nadie quiere no ser nadie! Y se hacen fotos. Nos hacemos fotos. Pedimos fotos. Ansiamos fotos. Las necesitamos. Toda esta cultura del llegar tan de improviso y la sonrisa siempre a punto, no vaya a ser, fíjate bien, nos echan una foto y existimos. No es nada nuevo, yo ya lo sé, pero es intrigante de verdad, el infinito poder fijador de las imágenes, sus atavíos recubriendo realidades muertas que se dicen bautizadas por la luz del flash, por el eco silencioso y adictivo del momento de hacer clic, clic, estoy aquí, clic, clic, estuve allí, clic, clic, ¿subsistiré? Miro la foto resultante y me sonrío. Esto soy yo…

Hace algún tiempo las personas recelaban de la cámara, temerosas de que esta les robara el alma o la sustancia. Hoy ocurre justamente lo contrario: el alma es un constructo que, poco a poco, vamos modelando, con cada nueva imagen. Es la obra de una vida congelada.

03 Oct

Jonas Mekas

Crítica a «En el camino, de cuando en cuando, vislumbré breves momentos de belleza» (2000).

Los paraísos perdidos («This is a political film»)

Jonas Mekas ha filmado una isla. Un territorio que respira y que se expande con reminiscencias enlazadas “al azar”. Un juego que no es meta-cinematográfico siquiera: está más allá del tiempo y en el tiempo, es un pedazo de existencia “insignificante”, nada más. No importa aquí el formato, ese es sólo el punto de partida para echar a andar, para justificar, si se quiere, la “moralidad” o la conveniencia de atizar sin pausa los recuerdos con el fin de destilar el brillo oculto, la pátina de magia que se esconde en cada instante si se observa con los ojos adecuados. Mekas es un hombre viejo que observa su vida, que lo lleva haciendo desde siempre, obsesivamente, con la esperanza de apuntalar la memoria y que los ríos que conforman la experiencia no se escapen, sinuosos, hacia ningún lugar, más allá del cuarto oscuro donde acechan los fantasmas de la muerte. No es tarea fácil, aunque lo parezca, abordar la realización de una obra como esta, que se erige en templo de oración para el autor y, por extensión, para la raza humana en tanto sujeto viviente, accionador (in)consciente de acontecimientos y emociones. Y es que en el transcurso de este ir y venir de fragmentos más o menos luminosos vienen a la mente, de manera inevitable, los recuerdos de tu vida, confirmando la intuición del director de que “todas se parecen”. Mientras, el cauce de los ríos invisibles se dirige inexorable hacia la mar, donde habitan el olvido o el mismísimo infinito. Aprovecha el momento, por si acaso.

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10 Dic

Tarkovsky

Crítica a «Sacrificio» (1986).

Por qué ver a Tarkovsky o El nacimiento de un lenguaje nuevo

“El lenguaje no puede atrapar la belleza, sólo celebrarla.” —La muerte en Venecia, de Thomas Mann

Me gusta Tarkovsky por lo que tiene de anacronismo. Cierto es que no vale cualquier momento para verlo, como también lo es el hecho de que yo, en este instante, comienzo una crítica alejada del afán por desmenuzar una obra que se me antoja más emocional que intelectual. ¡Vaya, como todo el cine del ruso, al que se acusa de gafapástico cuando no podría ser más accesible en realidad! Hay que encontrar el momento, como digo, son muchos años de radiación para que no se note. Además, adentrarse en la Zona, en el universo pergeñado por el hombre (Tarko) para el Hombre a través de sus vivencias y memorias o ideales —algo ciertamente escaso, esto último, en los tiempos que corren— bien vale una visita al oftalmólogo, no al de a pie, el de los cincuenta eurazos por sesión, no; al que hace hablar al viento, al agua, al fuego, a la tierra que pisamos sólo para que tú lo veas con un espíritu que no es el tuyo, que ya empieza a escapar de su envoltorio, que comienza su andadura infatigable hacia ningún lugar. Digo que Tarkovsky me gusta por su anacronismo, y es que para él la meta no es otra que la chispa, la magia, el exorcismo.

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