Un poema de Perdona que sea casi todo:
(leer en pantalla grande o girar el móvil)
Soy la sombra de un reflejo, destino de tiniebla
y alarido, me desplazo entre las cosas proyectado
por el roce de entelequias y arquetipos, paradigma
palpitante todo yo, huella sin dueño; piedra sin brazo.
Soy madeja frágil de suspense y evidencia del engaño;
voy del barro al agua cenagosa de la ausencia
en este invierno de las cosas, me resbalo sin tocarlas
ni entenderlas, como un torpe aleteo de libélula.
Apuesto por un mar de efervescencias y matices de color
frente a la sombra; me rodeo de texturas elegidas al azar
por algún dios o por empeño de creador de realidades.
Allí conecto los momentos y los tiempos; modelo
perspectivas y retratos; anulo límites de bruma y apariencia
que reducen el grosor más esencial. ¡He sido feliz!
¡Me acuerdo todavía! Nada es bastante. Todo es vacío
y rosa y espejismo y mármol agrietado por los seres
intuidos, vivos ahora por la obra irrepetible de un milagro
impenetrable. ¿Seré algo más que un leve soplo
de incoherencia y prisa? Pregunto al aire, al astro
y al reloj de mis sonrisas y descuidos. ¿Y mientras tanto?
Se está escapando, tu vida, se está escapando.
Ya no hay peligro. Ya me he marchado.